viernes, 15 de julio de 2011

NIÑAS AFRICANAS


  • 32 millones de niños y niñas viven en las calles de África, un número que ha ido creciendo exponencialmente en las últimas décadas debido, en mayor parte, a las migraciones de las zonas rurales a la ciudad.
  • 30 millones de niñas en el mundo viven en la calle en zonas chabolistas frente a los 70 millones de menores varones. Sin embargo, ellas son más vulnerables al ser sometidas a prácticas ligadas a la discriminación de género como el matrimonio temprano, a los embarazos no deseados consecuencia del abuso sexual y, en el caso de las niñas africanas, la mutilación genital femenina.
 Sólo en Nairobi, la capital de Kenia, existen 60.000 menores en la calle. La mitad de ellos nacieron en barrios pobres de esta ciudad mientras que el resto procede de las áreas rurales del país. Esta migración desde el campo a las grandes urbes del país ha influido en que el número de niños y niñas de la calle en Kenia haya pasado de, apenas unas decenas de menores en 1975 a los casi 300.000 de 2007, según datos aportados por Naciones Unidas. Pero no se trata de un caso aislado. Este fenómeno migratorio tiene un carácter global: por primera vez en la historia de la humanidad hay más personas viviendo en la ciudad que en el ámbito rural.

Esta afluencia masiva de personas a las capitales ha provocado que la gran mayoría de la población urbana viva en los suburbios chabolistas, los cuales crecen a un ritmo incesante. Es lo que ocurre en Sierra Leona o Sudán, donde el 97% y el 94% de los habitantes de sus ciudades viven en zonas marginales. El problema en África es tal que el 72% de la población chabolista de todo el mundo se encuentra en la zona Subsahariana de dicho continente.

Es en estas zonas de la ciudad en las que la seguridad y las instalaciones brillan por su ausencia, donde se agrupan la mayoría de menores de la calle. De ellos, el 30% son niñas. A pesar de que el porcentaje es sensiblemente inferior al de los menores varones, la situación de vulnerabilidad de las niñas africanas de la calle es mucho mayor que la de los niños.

Ellas, por el hecho de ser mujeres y menores, sufren una doble discriminación que las coloca en una posición de vulnerabilidad con mayores posibilidades de sufrir abusos sexuales y caer en mafias de tráfico infantil que las fuerzan a prostituirse. Por otro lado, además de tener que enfrentarse a embarazos no deseados, son las niñas, y no los niños, quienes son sometidas a prácticas discriminatorias como el matrimonio temprano o la mutilación genital femenina.

Las causas de la migración

Los motivos que empujan a las niñas y adolescentes africanas a emigrar a la ciudad son varios: falta de empleo y de acceso a la educación en sus comunidades, necesidad de cooperar económicamente con sus familias –poder colaborar con las tasas escolares de los hermanos varones, reducir el gasto familiar con la reducción de los miembros de la familia, ahorrar dinero para poder construir una casa-.

Muchas huyen también de matrimonios forzados y de la práctica de la mutilación genital femenina, habitual en el África subsahariana y especialmente en zonas rurales.

“Las grandes ciudades están llenas de oportunidades para las niñas que, sin embargo, desaparecen cuando se ven obligadas a vivir en la calle. Las niñas ven limitada su vida y sus derechos fundamentales continuamente vulnerados debido a la inseguridad y ausencia de servicios básicos”.

Historias de niñas africanas de la calle

Una de estas emigrantes es Trina, una adolescente de Zambia de 17 años que vive desde 2009 en las calles de Kitwe con su hija de tres años y sus padres, ambos ciegos: “Salimos de nuestra comunidad creyendo que las oportunidades en la ciudad serían mejores. Dejé la escuela hace tres años y ahora vendo cepillos en la calle. Nunca me siento a salvo. En cada esquina hay gente que quiere hacernos daño”.

Estas niñas y adolescentes de la calle sufre en muchos casos de violencia sexual y física, sin embargo, no se atreven a pedir ayuda o denunciar los hechos porque en muchos casos son las propias autoridades quienes abusan de ellas o las detienen al tomarlas por prostitutas o delincuentes: “La policía nos detiene, no quiere que estemos en la calle. Algunos son buenos pero otros son malos y nos pegan”, cuenta Angie, una nigeriana de 12 años que de mayor quiere ser abogada para poder defender a niñas como ella.

“La vida en la calle me ha robado mis sueños”, afirma una niña de la calle participante en una charla en Ghana en la que treinta de estos menores se reunieron con representantes de la organización para discutir e intentar ponerle solución a un problema que afecta a más de 28.000 menores de edad sólo en Accra, la capital. En el caso de Ghana, los menores de la calle tuvieron la oportunidad de hablar de igual a igual y de proporcionar a los adultos una visión profunda y desde dentro del problema.

Durante el encuentro, estos treinta niños y niñas enumeraron la pobreza, la negligencia de los padres y los hogares desestructurados como las principales causas que provocan que los menores acaben viviendo en la calle. Otras razones que dieron fueron la rebeldía de los jóvenes, la influencia de sus grupos de amigos, las guerras y los conflictos. En muchos casos los niños que llegan a la ciudad se quedan en casa de familiares que, finalmente, o bien, no pueden cuidarles, o bien, les maltratan lo que provoca que los menores acaben viviendo en la calle.

La educación es clave para que una niña desarrolle plenamente su potencial y tenga capacidad de decisión sobre su vida: a qué edad y con quién se quiere casar, qué número de hijos quiere tener y qué profesión elegir.

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