El 31 de mayo de cada año la OMS celebra el Día Mundial sin Tabaco, cuyo objetivo consiste en señalar los riesgos que supone el consumo de tabaco para la salud y fomentar políticas eficaces de reducción de dicho consumo. El consumo de tabaco es la segunda causa mundial de muerte, tras la hipertensión, y es responsable de la muerte de uno de cada diez adultos.
La Asamblea Mundial de la Salud instituyó el Día Mundial sin Tabaco en 1987 para llamar la atención mundial hacia la epidemia de tabaquismo y sus efectos letales. La celebración de este día es una oportunidad para destacar mensajes concretos relacionados con el control del tabaco y fomentar la observancia del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco. El consumo de tabaco es la principal epidemia prevenible a la que se enfrenta la comunidad sanitaria.
Tabaco y Enfermedades
A finales del siglo XIX empezó a sospecharse
que podía existir algún tipo de relación entre el consumo de tabaco
y la incidencia de algunas enfermedades. Sin embargo, el vínculo
causal de este producto con respecto a distintas dolencias no se
demostró científicamente hasta mediados del siglo XX. En la
actualidad las evidencias son claras y permiten afirmar que fumar
tabaco, y en especial cigarrillos, constituye un factor causal y/o
agravante de las siguientes enfermedades.
Enfermedades cardiovasculares
Constituyen la principal causa de muerte en
España. El consumo de tabaco es uno de los principales factores de
riesgo y es el responsable directo del 30% de todas las cardiopatías
coronarias. Debido a su capacidad de favorecer la aparición de
arteriosclerosis, los cigarrillos no sólo incrementan la mortalidad
y la morbilidad por cardiopatía coronaria, enfermedad arterial
periférica y dolencias cerebro-vasculares, sino también el riesgo de
padecer angina de pecho y aneurisma aórtico.
El consumo de tabaco, la hipertensión y la
hipercolesterolemia son los tres factores que producen un mayor
riesgo de cardiopatía coronaria. Sin embargo, el primero, cuando
están presentes los otros dos, ejerce un efecto sinérgico sobre la
muerte cardiovascular al potenciar los efectos de los otros agentes,
y hace que la mortalidad global sea superior a la derivada de la
combinación de los efectos independientes de los tres factores.
Cuando una persona deja de fumar disminuye su
riesgo de fallecer por cardiopatía coronaria. Este peligro decrece
con el tiempo de forma que, transcurrido un año desde que se ha
abandonado el consumo, es ya mucho menor, y una vez transcurridos
más de 15 años desde que se ha dejado de fumar, se acerca al de una
persona que no ha lo ha hecho nunca.
Enfermedades respiratorias no
tumorales
El tabaco es el principal factor causal de las
enfermedades respiratorias no tumorales. La incidencia de tos y
expectoración es tres veces más elevada en los fumadores, que además
presentan niveles de función pulmonar disminuidos, así como un
riesgo incrementado de bronquitis y otras enfermedades crónicas del
aparato respiratorio. Más del 90% de los casos de bronquitis se
deben al consumo de este producto.
En la mayoría de los estudios referidos a
enfermedades respiratorias, se ha demostrado la existencia de una
relación dosis-respuesta; es decir, a mayor número de cigarrillos
consumidos diariamente, mayor es la probabilidad de desarrollarlas.
El riesgo de contraer una bronquitis se halla influenciado también
por la edad de inicio al tabaco, la cantidad diaria fumada y el
número de años en los que se ha mantenido dicho hábito.
En las personas que dejan el tabaco se observa
una disminución del riesgo de mortalidad en comparación con las que
continúan con él. El peligro residual de muerte para los exfumadores
está también determinado por la duración previa del consumo, así
como por el numero de cigarrillos diarios fumados a lo largo de los
años.
Tabaco y Cáncer
El tabaco es el principal factor causal del
cáncer de pulmón, laringe y cavidad bucal. Su consumo es el
responsable del 80 y 90% de los casos de cáncer de pulmón en los
hombres y su importancia en las mujeres está aumentando tan
rápidamente que, en los países donde éstas empezaron primero a fumar
masivamente, la muerte por esta causa ha desplazado al fallecimiento
por cáncer de mama, más común entre las mujeres. El riesgo de
desarrollar un cáncer de pulmón se halla estrechamente relacionado
con el número de cigarrillos fumados y la edad de inicio del
consumo. Un solo cigarrillo al día aumenta el peligro de desarrollar
un tumor maligno.
El tabaco es también un factor causal bien
establecido del cáncer de esófago y de vejiga urinaria. También se
asocia el consumo de tabaco con un mayor riesgo de muerte por cáncer
de riñón, páncreas y cuello del útero. El tabaco es el responsable
directo del 30% de todas las muertes por cáncer. En los de cavidad
bucal, laringe y esófago, el consumo de bebidas alcohólicas actúa de
forma sinérgica con el tabaco y potencia así su efecto cancerígeno.
Los fumadores que dejan su hábito reducen de
forma importante el riesgo de contraer cáncer de pulmón. Así,
pasados entre 10 y 15 años desde que se ha abandonado el consumo, el
peligro se acerca al de las personas que no han fumado nunca.
Tabaco y problemas de salud
para la mujer
Las mujeres, además de estar expuestas a los
mismos riesgos que el consumo de tabaco ocasiona en los hombres,
están sometidas a otros adicionales. En los últimos quince años, se
han empezado a descubrir algunos problemas que este producto provoca
de forma específica en las mujeres; entre ellos los más importantes
son los siguientes:
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Incremento del riesgo cardiovascular en mujeres que utilizan contraconceptivos orales. El tabaco ejerce un efecto multiplicador de los peligros de enfermedades coronarias en las fumadoras que toman anticonceptivos. La posibilidad de padecer un infarto de miocardio en estos casos aumenta aproximadamente diez veces.
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Adelanto de la menopausia y osteoporosis. Las mujeres que consumen tabaco sufren un adelanto medio en la interrupción de la menstruación de entre dos y tres años con respecto a las que nunca han fumado. En estos momentos, se está estudiando la posible relación que puede existir entre este hecho y la pérdida prematura de masa ósea.
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Consumo de tabaco y arrugas. La aparición de pliegues en el rostro es un fenómeno natural y prácticamente universal entre las personas mayores, ya sean hombres o mujeres. Sin embargo, existen evidencias de que el tabaco produce sequedad cutánea y acelera la aparición de arrugas en la cara de forma prematura. Éste es un fenómeno que si bien no puede considerarse como un problema de salud grave para las mujeres, sí debe ser comentado, aunque sólo sea para contrarrestar la imagen que la publicidad ofrece de las supuestas consumidoras: atractivas jóvenes de rostros radiantes.
Tabaco y úlcera duodenal
La úlcera duodenal es más frecuente entre las
personas que fuman que entre las que no lo hacen y existe una clara
relación dosis-respuesta que es independiente de cualquier otra
posible conexión con el consumo de bebidas alcohólicas o café. Por
otro lado, los sujetos que padecen úlcera y no consumen tabaco se
curan con mayor rapidez y presentan menos riesgos de recaída.