Hoy, como cada 12 de marzo, comienza la semana fallera, una semana donde predominara el olor a pólvora y a aceite refrito mil veces, el sonido de los molestos petardos, combinados con los de las repetidas verbenas nocturnas y las variadas bandas musicales diurnas.
Días en los que la que la gente nos aborregamos y parecemos ir en un rebaño, todos juntos pero no unidos, cada uno independiente de los otros.
Vendrá gente de distintos lugares, gente que les pille de paso, gente reincidente, que disfruto del ambiente en anteriores ocasiones, turismo nacional e internacional.
Es una fiesta extraña, que mueve mucho dinero, a base de quemarlo el último día, ruidosa, bulliciosa, escandalosa, tradicional, devota, incomprendida.
Se celebra con la excusa de San José pero la ofrenda multitudinaria se le hace a la Mare de Deu, la Virgen de los Desamparados.
En estos días como en cualquier festivo, se abusa de la comida y de la bebida, se pierden horas de sueño, son días al límite de nuestras posibilidades, por qué en el momento te tomes un respiro seguro que te pierdes algo.
Monumentos falleros, arte efímero.
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