Días inciertos estos, para los acampados, ya empiezan a notarse signos de debilidad, se empiezan a levantar campamentos en varias plazas importantes, se habla de la distribución de la asamblea por barrios, se ponen fecha final a las acampadas, un pequeño grupo de comerciantes pide a gritos el desalojo, empiezan las inspecciones de sanidad.
Todavía queda en el recuerdo las imágenes del desalojo en Barcelona, aquellas que volvieron a reavivar la chispa de la indignación. El pueblo paso de ser multitud a ser uno, un solo grito, un solo clamor, un solo brazo levantado en protesta de lo que casi todo el mundo coincidió en llamar brutalidad policial.
Estos jóvenes que nos devolvieron la ilusión perdida, nos hicieron creer que la utopía podía convertirse en realidad.
Pero se tienen que enfrentar a una realidad, que es que sus acampadas se convierten en albergues, a las que acuden a aprovecharse de su sacrificio incluso gente que no pertenece a las acampadas. Y por mucha bondad, y por mucho buen rollo que tengas, llegara un momento que tendrás que defender tus víveres.
Pero pase lo que pase, ya nada será igual, los que gobiernan saben que tenemos voz y pensamiento, y que a la menor ocasión saldremos a protestar. Saben que el pueblo no se va a conformar y quedar de brazos cruzados, dejando que nos roben, nos engañen y manipulen.
Por eso, cuando te pregunten por el 15 M, no digas que fue un sueño.
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