Hay veces que pienso que todo es una tomadura de pelo, por qué la verdad, en mi vida todavía no me he cruzado con nadie que haya tenido la fortuna de ganar un premio gordo de la lotería. Incluso me da por pensar que todo es una gran mentira, un engañabobos, que todo está amañado, que los afortunados que salen en la tele por Navidad son actores contratados, me vienen ideas paranoicas de conspiraciones como si de una película futurista se tratara.
Pienso que hay alguien que quiera que yo sea pobre toda mi vida, pienso que el estado controla los números de los sorteos para sacar más dinero, que ellos deciden cuando debe haber botes de premio y cuando deben repartirlos. Todo es extraño, todo huele raro.
Mi desilusión va en aumento, semana tras semana, no hay premio de consolación, a pesar de que yo les soy fiel, y he confiado en ellos, pero ellos se están quedando con mi ilusión y mi dinero. Mis esperanzas se pierden, mis sueños se convierten en pesadillas, mis obsesiones crecen, cuando más los quiero dejar más los necesito. El ambiente está enrarecido, el túnel es cada vez más negro.
Miro a mi alrededor y veo que no soy el único, pero ¿seré el único que se está dando cuenta? Me dejo llevar por la corriente, por las masas, por la manada, todos caminando en la misma dirección, quizás no sea la correcta pero no tengo fuerzas para ir a contracorriente. La venda de la avaricia y la codicia no nos deja ver, solo vemos el cebo que nos llevara a la perdición, un cebo suculento y atractivo.
Quizás mi destino sea que tenga que morir porque me haya caído un rayo.
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